La valoración de Wilfredo Espinoza Lazo, sobre el Clan Intelectual de Chontales.

Por Wilfredo Espinoza Lazo.
Estimado José Ramón Lovo, le felicito por dedicarle tiempo e intelecto, cariño y tesón a ennoblecer a los más altos valores chontaleños, celebrando los 70 años del Clan Intelectual de Chontales, con justicia y circunspección, esto es, con juicio y precisión. Igual que una milpa, limpio y ordenado, sin abrojos. Usted repitió a Huidobro, «un adjetivo, cuando no da vida, mata». ¡Fantástico! Al grano, sin vueltas ni adulaciones.

Y mejor aún, y aquí viene lo mejor, valorando por méritos, sin comparaciones, dándole a cada quien su báculo, personal, y compartido. En un verde maizal, todas las matas se parecen, empero, fijándonos bien, no todo lo que parece verde, es verde. Sin esta observación, hasta los reconocimientos se devalúan.

Setenta años del Clan Intelectual de Chontales. Vemos cosechas, tapizca y llena la troje. Sí, pero cuánto cuesta preparar la tierra y escoger el grano mejor, es decir, antes de la primera reunión del 14 de agosto de 1952 y su partida de nacimiento y su fe de bautismo: su concepción primera, escoger las mentes más lúcidas para la buena germinación. Nada surge de la nada y nada florece sin pasión.

El Clan Intelectual de Chontales fue fundado por iniciativa del prof. Guillermo Rothschuh Tablada, precursor y promotor de esta gran idea, usted lo dijo, el “principal fundador”, según el historiador Omar J. Lazo Barberena. En ese tiempo, el maestro Rothschuh Tablada era el director del centro de secundaria más grande de Chontales, el Instituto Nacional Josefa Toledo de Aguerri, en cuyo edificio se constituyó el clan y sus miembros eligieron a su Junta Directiva fundacional, todos virtuosos en busca de lo transcendental: Presidente, Gregorio Aguilar Barea; Secretario, Guillermo Rothschuh Tablada; Tesorero, Víctor Manuel Báez Suárez; Fiscal, Gustavo Villanueva; Vocales, Mariano Miranda Noguera, Juan Navarrete, Liliana Rothschuh Tablada. Las edades de los integrantes oscilaban entre los 26 (Guillermo Rothschuh Tablada, 1926) y los 16 años (Liliana Rothschuh Tablada, 1936).

Para ese 14 de agosto, el prof. Gregorio Aguilar Barea estaba a 28 días de cumplir 19 años de edad (11 de septiembre) y se había bachillerado en febrero de ese año. Si bien es cierto lo que dice el maestro Rothschuh Tablada, que la “Chontaleñidad comienza con doña Chepita”, en aquel tiempo, con el Clan Intelectual “se consolida”. Paso a paso, sin correr, pero corriendo.

En fin, del Clan surgen y al Clan se integran las mentes más brillantes y de vocación cultural que intentan levantar a la “vaca echada” –Juigalpa- y posibilitar un modelo de desarrollo para los demás pueblos de Chontales, encausando, en aquellos tiempos, “el respeto y la preservación de las expresiones más típicas de su espíritu colectivo”, todo lo chontaleño hacia el chorro del progreso y su significado. Y de ahí, un Gregorio Aguilar Barea convirtiéndose, por mérito propio, en una institución cultural, pero también el profesor Marianito Miranda Noguera, cada cual, con su fuente, como usted lo dijo. Abrazos.

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