El primer taxi que recorrió las calles de Santo Tomás-Chontales

El primer taxi que recorrió las calles de Santo Tomás-Chontales

Por Wilfredo Espinoza Lazo: El año de 1990 entraba montado en un taxi por las calles de Santo Tomás, Chontales. Sí amigos, un taxi, el primero, aunque en ese tiempo un taxi no parecía ser un asunto serio con propósitos empresariales, sino un pasatiempo o una suerte de pasearse por Comala en busca de almas que, no obstante, con costo dejaban verse en la dudosa penumbra de la tarde.

Y es que también otro entusiasta había intentado establecer una ruta urbana y estuvo operando por unos días, aferrado al timón, infructuosamente. Toda la gente miraba pasar al microbús dando brinquitos y tosiendo en cada charco y forzando el espinazo en las esquinas, con un ayudante a la puerta gritando, bajando y subiendo, corriendo y animando con tácticas miles para llevarse a los transeúntes, así fuera de gratis, cuando no empujaditos.

En un afán de publicidad y pasión por el servicio, pero éstos preferían subir y bajar al barrio Bella Vista y al barrio San José a golpe de talón o sobre rines de bicicletas, un medio prolífero en aquel tiempo que, inclusive, aquel chavalero parchaba neumáticos y usaba zapatas en las llantas requete gastadas, y cuanto más, con sus limpiarrayos o pidevías o dinamos para lucir y relucir como luciérnagas o como árbol de navidad sobre ruedas.

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Y bueno, una ruta se veía entonces como un lanzarse al vacío, una movida incomprensible. Y por esa misma vía, un taxi tampoco andaba tan lejos de aquel desatino de un soñador con pocas ganas de hacer dinero.

No era común un taxi en Santo Tomás

Aun así, un paso seguía al otro, y los tomasinos estaban absortos por un personaje que se miraba feliz manejando su vehículo con una torre que decía taxi, yendo y viniendo, subiendo y bajando y sin pasajeros.

Nadie lo creía necesario. Niños en carretones, en patineta de ruedas de balinera o en caballos cholencos era una cosa común en el poblado. Pero un taxi en una urbe que apenas extendía un brazo con el barrio San José en el sitio Perro mocho, y otro despunte en el barrio Héroes y mártires (antes llamado El motete) y uno más en el copete sur de la loma, no auguraba siquiera un éxito a control remoto.

Doctor Juan Bautista Hernández Norori, Especialista en Medicina Familiar.
Doctor Juan Bautista Hernández Norori, Especialista en Medicina Familiar.

¿O habría algún valiente que pagara por unas pocas cuadras y abrazado por un clima agradable en la siempre fresca meseta urbana, a expensas de las risas del pueblo? Habrá uno y dos, tres y cuatro, y lo increíble comenzaría a disiparse.

Muchos creyeron que se trataba de un chiste. ¿Un taxi en Santo Tomás? Ese era el tema de las calles, o más bien, el manjar de los corredores y de las mesas de juego. Y es que antes, don José Jesús Alvarado, conocido como Chepe Chu, había ofrecido el servicio de transporte personal, de manera eventual, no un servicio de taxi autorizado por el gobierno y dedicado a tiempo completo.

Fue valiente el que se rifó con el primer taxi

Años después entraría por la puerta principal, legal y formal del calendario un taxi marca Renault en servicio, con un Miguel Ángel Rodríguez dando vueltas por todos lados, buscando a quién llevarse o ser llevado a alguna parte. En el departamento, Juigalpa cabeceaba la oferta y la demanda iba en ascenso.

En Santo Tomás, el pionero de este servicio no imaginaría que décadas después repasaría el álbum de aquellos días azarosos, de chacotas y retos de los incrédulos, y en el que, hasta los mismos interesados en tomar el servicio se sentían desafiados ante el temor de ser motivo de risas o el plato fuerte de la mesa en los rumores del pueblo, con unos ojos atentos, a un paso de las puertas y las ventanas o por las hendijas o por entre los cercos de espadillos para ser testigo de aquel evento.

Como suele suceder con todo lo nuevo en los pueblos embutidos en el caparazón de la perplejidad, y ante el desafío que plantearon los decires y los pronósticos de los especialistas populares en temas del transporte urbano local, a aquel valiente que se rifó con el primer taxi autorizado en el pueblo de la meseta, le siguieron otros, y luego se abrieron paso en Acoyapa, Villa Sandino y San Pedro de Lóvago.

Miguel Ángel Rodríguez, nacido en Managua, el 17 de octubre de 1970, hijo de doña María José Bermúdez y de don Miguel Ángel Rodríguez, conserva la nitidez de la memoria posando junto al taxi que lo llevaría al libro de los pioneros. Con una guitarra en la mano, recordará también sin esfuerzo a sus primeros clientes, fieles desde el arranque, pues al principio eran pocos, apenas contados con los dedos de una mano.

Es en realidad un personaje

Nacer en la capital fue circunstancial, porque las raíces de Miguel Ángel Rodríguez están en Santo Tomás, Chontales. Aunque su papá era de la capital, su mamá y su abuelita materna son auténticas tomasinas. Incluso, su primaria la estudió en la Escuela Rigoberto Cabezas y la secundaria en el Instituto Nacional Santo Tomás. En ese tiempo representó a Nicaragua en Panamá y Costa Rica, en un encuentro de experiencias en el manejo de ambulancias en situaciones de riesgo.

En su primera adolescencia y juventud brindó sus servicios como socorrista voluntario y también fue conductor de la ambulancia —al alimón con don Maximiliano «Max» Morales— cuando don Edmundo Hernández y don Lino López estaban en su apogeo brindando sus servicios en la Cruz Roja (ahora Cruz Blanca) Nicaragüense, filial Santo Tomás, Chontales.

Casado con doña Sobeida Galeano, es el padre de María Sobeimy y Salma Miseidy, ambas Rodríguez Galeano, y en el año 2006 grabó su primer CD de canciones cristianas de su autoría (letra y arreglo musical original), en la república de El Salvador, y desde aquella experiencia le dedica tiempo a compartir su talento musical, enseñando a tocar la guitarra, a niños y jóvenes, en un primer nivel y animándolos a continuar en el camino del ritmo, la melodía y la armonía.

Hemos visto al mecánico, al electricista, al conductor de acarreo, al otrora socorrista y al conductor de ambulancia y al músico y al compositor interpretando canciones de su autoría en diferentes espacios públicos y añorando aquellos tiempos en que se aventuró con el pitazo de salida del primer taxi de Santo Tomás, Chontales.

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