“Hasta los muertos le pagan promesa a San Francisco de Paula”, afirma su mayordoma.

Por Marvin Miranda.
Punto Noticioso.Com
Hace 200 años inició en la comunidad de Cuapita la celebración de San Francisco de Paula, un santo a quien sus encargados le atribuyen una serie de milagros e incluso, hasta personas fallecidas han llegado a su altar a pagarle su promesa por favores recibidos en vida y en cada solemnidad la asistencia es mayor.

Doña Estela Aragón Guardado, mayordoma de San Francisco de Paula, cuenta que esa festividad la despuntó su bisabuelo, luego pasó a manos de su abuelita de nombre Pastora Urbina, quien al fallecer asumió la celebración su mamá de nombre Gertrudis Guardado y al pasar a presencia del señor, ahora son ellos los responsables del festejo.

De acuerdo a la iglesia católica, San Francisco de Paula fue un hombre que amaba la soledad, por ello vivió prácticamente toda su vida en penitencia y oración. Tuvo muchos seguidores y fundó una congregación de vida eremítica de nombre Orden de los Mínimos, aprobada por la Santa Sede el año 1506. Por muchos años este santo recorrió ciudades y pueblos llevando el Evangelio. En 1482 el Papa Sixto IV decidió enviar a Francisco como legado ante el rey de Francia Luis Xl, a quien logró convertirlo poco antes de su muerte.San Francisco de Paula falleció el 2 de abril de 1507. Doce años después de su muerte, fue proclamado santo por el Sumo Pontífice León X en 1519. Su fiesta se celebra en la Iglesia universal el día de su partida y este año el sacerdote de Cuapa, padre Almer Moncada, presidió la solemnidad y destacó la alta participación de los fieles.

La señora Aragón Guardado señala, que los seis hermanos (cinco mujeres y un varón) se reúnen una semana antes del festejo para preparar la chicha, nacatamales, carne asada y el caldillo de gallina que el día de la festividad es repartido entre los asistentes una vez finalizadas las actividades religiosas.Uno de los escenarios que más le ha sorprendido a doña Estela, es cuando ella tenía 7 años y su abuela la chineaba. Ya la tarde caía y de pronto en la capilla de San Francisco de Paula se escuchó una música de guitarras y acordeón. Ninguno de los presentes se llenó de valor para verificar que era lo que ocurría y fue hasta el día siguiente que llegaron a ver, quedándose estupefactas al observar sobre el piso un buen número de lágrimas de candelas.

De diferentes puntos del país llegan a la comarca Cuapita cantidades de personas a pagar promesas, hay quienes dejan milagros en forma de cárceles, manos, piernas, camas con enfermos y otras personas asisten a su capilla a pasar el día orando y rezando, mostrándose de esa manera agradecidos por el favor recibido de la pequeña imagen que está en medio de un gancho de madera.

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