Monseñor Silvio José Báez: “No me han asignado ninguna misión concreta”.

Tomado de Confidencial.
Después de permanecer un año en un exilio itinerante, el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, está en Miami en casa de sus familiares, donde quedó confinado en estos días por la pandemia del coronavirus. El papa Francisco no le ha asignado ninguna misión específica, pero tampoco le permite regresar a su patria: “No quiero que te expongas, no quiero otro obispo mártir en Nicaragua”, le ha dicho.

En esta entrevista con el programa televisivo Esta Semana, el obispo Báez aboga por los exiliados, los presos políticos, y los familiares de las víctimas de la represión que reclaman justicia, y rememora el encuentro con el presidente Daniel Ortega, el siete de junio de 2018, cuando el gobernante pidió “dos o tres días” para responder a la propuesta de los obispos sobre el itinerario para realizar elecciones libres.

Dos años después de la insurrección cívica, dice el obispo: “Vivimos entre el miedo y la libertad, uno de los grandes retos que tenemos es romper el temor y saber que es posible una Nicaragua distinta, en donde correremos el mayor riesgo, que es de la libertad y el temor de arriesgar”.

Monseñor, han transcurrido dos años desde el estallido de la protesta de abril en 2018, y un año de exilio para usted. ¿Cómo ha vivido, como obispo auxiliar de Managua, este año fuera del país?

Los dos años de la insurrección cívica de abril ha sido ocasión para mirar hacia atrás y dar gracias a Dios de haber podido vivir el Evangelio al lado de nuestro pueblo, proclamando las exigencias de libertad y de justicia, propias del proyecto del reino de Dios. Yo lo he vivido con una gran coherencia de mi parte, manifestando lo que llevo en mi corazón, viviendo de cara a Dios y de cara a la gente.

¿Cómo ha pasado este año de exilio? Ha estado en Italia, en distintos países, pero hasta donde conocemos el Santo Padre no le asignó una misión específica.

Desde que salí de Nicaragua he tenido con el papa, al menos, tres o cuatro encuentros muy cercanos, muy afectuosos. Él en todo momento lo que me ha manifestado es “no quiero que te expongas, no quiero otro obispo mártir en Nicaragua”.

En este año yo he estado prácticamente sin ninguna misión concreta de parte de la Iglesia, y no he estado fijo en Roma, entonces he pasado varios meses en Irlanda, en España, estuve también en Perú, y también en Roma algunos meses. En este momento estoy siempre disposición del santo padre, que me ha dicho que lo que él quiere es que yo no llegue en este momento a Nicaragua porque no ve las condiciones para poder desarrollar el ministerio sin correr riesgo.

El Papa se refiere a usted como un “obispo exiliado”. ¿Qué significa un obispo en el exilio?

Yo nunca había querido utilizar ese adjetivo, sobre todo porque al inicio creí que el regreso iba a ser pronto, pero fue el mismo papa Francisco el que, en tono tal vez medio en broma, me dijo, “bueno, un obispo en el exilio”. En aquel momento tomé más clara conciencia de lo que significaba mi condición estando fuera de Nicaragua. Estar el exilio es una experiencia no solo dolorosa sino sumamente enriquecedora, y me siento muy honrado de poder compartir la inseguridad, la incertidumbre que viven muchos de nuestros hermanos fuera del país.

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